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Lo que bien empieza, bien acaba. Hace cinco años, en H Arquitectes recibieron el encargo de construir esta casa en Sant Cugat del Vallés (Barcelona) con una mezcla de alegría y asombro. Y es que ocurre pocas veces que el criterio de los clientes coincida de forma plena con el de los arquitectos, "que, normalmente, tenemos que introducir, casi en secreto, nuestros valores frente a una lista de deseos llena de buena voluntad, pero incompleta", aseguran los autores de la obra. La parcela tenía tantas posibilidades que se convirtió en el argumento central del proyecto, de manera que el principal reto consistió en planificar una vivienda en estrecha relación con el entorno: "Pero esto sin utilizar las tan recurrentes, y a menudo desproporcionadas, fachadas acristaladas. Querían y queríamos paredes, una casa en un jardín con muros donde los propietarios, coleccionistas de arte, pudieran colgar sus cuadros".
El recibidor desemboca en un comedor de exterior decorado de forma sencilla con una mesa de Stua y sillas de hierro pintadas de rojo. La frondosa glicinia que tapiza, casi ocultando, la pérgola metálica hace el resto.
Una pareja de sillas de la mítica serie Plywood de los Eames, producidas por Vitra, marcan la frontera con una pequeña zona de exterior. En primer término, dos lámparas emblemáticas: la Arco, a la izda., y Parentesi, a la dcha., ambas de Achille Castiglioni para Flos.
El salón ocupa el espacio entre dos de los volúmenes que forman la construcción: el que aloja la cocina y el del área privada de los adultos –al fondo de la imagen–. El suelo es un pavimento continuo de hormigón sobre el que las grandes alfombras añaden un punto de calidez.
Gracias a las cristaleras plegables, que se abren o cierran totalmente, el espacio se convierte en un cálido invernadero en los meses fríos y en un porche muy fresco en verano. La butaca es el modelo Gilda, de Carlo Mollino, que edita Zanotta, y la lámpara con el pie de cruceta, la TMM, de Miguel Milá para Santa & Cole. Todos los cojines de los sofás son de Batavia.
El ladrillo que da forma a todos los muros estructurales y tabiques de la vivienda se ha dejado visto en las fachadas y en los espacios intermedios: recibidor –en la imagen– y salón. En cambio, se pintó de blanco en el interior de los volúmenes, como en la cocina.
El equipo de H Arquitectes diseñó una edificación estructurada en tres cuerpos de diferentes alturas alineados entre sí. El situado más al este se destinó a los hijos, con los dormitorios en la primera planta y un estudio común en la baja. Los padres se reservaron el del extremo oeste, con la distribución inversa: dormitorio abajo y estudio en el piso superior. La caja central, una sola planta de casi 30 metros cuadrados, contiene la cocina. Los intersticios entre los tres volúmenes se cerraron para dar lugar al recibidor, uno, y al salón, el otro. Y rodeando la construcción está el jardín, con una zona más amplia al sur y una pradera más pequeña al norte. Un huerto y la piscina completaron el conjunto exterior. La decoración corrió íntegramente a cargo de los dueños, que encajaron perfectamente en el nuevo continente los muebles de su casa anterior, piezas atesoradas con el tiempo entre las que predominan grandes clásicos del diseño.
Con el ladrillo visto pintado de blanco y un techo de cuatro metros de altura, la cocina transmite desahogo y vitalidad.
La cocina, en la que se ha instalado una chimenea encastrada en la pared, está presidida por una espaciosa mesa hecha por un amigo de los dueños con largos tablones de madera. Para los asientos se han alternado sillas de la serie Plastic de los Eames, en blanco, editadas por Vitra, con modelos rojos Mauie, de Kartell.
Luce un ecléctico mobiliario que combina las modernas líneas de las sillas y de los armarios bajos lacados en blanco con piezas de aire rústico como la mesa o la vitrina. Colgando del alto techo, la lámpara Aim, diseñada por los hermanos Bouroullec para Flos, queda perfecta.
Con salida al jardín, el dormitorio principal es una estancia serena decorada con cálidos textiles.
Sobre la cama, cuadrantes de lino blancos de Nya Nordiska, en Macarena Saiz –de donde también procede el plaid–, y cojín de flores Dahlia Yellow, de Paul Smith para The Rug Company, en BSB. La butaca de cuero es el famoso modelo Butterfly.
Ideas del proyecto: H Arquitectes
- Conexión con el jardín. En el salón y el recibidor, los muros de las caras norte y sur se han sustituido por grandes vidrieras plegables con carpintería de castaño que abren estas estancias al exterior y las convierten en el elemento conector entre las zonas verdes delanteras y traseras.
- Temperatura sostenible. La casa se climatiza, en invierno y en verano, mediante geotermia con suelo radiante, un sistema, con un coste ecológico mínimo, que transfiere la energía acumulada en el subsuelo al interior de los espacios.
www.harquitectes.com
Realización: Beatriz Aparicio